Viajes transformadores : El viaje responsable como vía de crecimiento personal

El perfil del nuevo viajante es diferente al de años atrás, donde los viajes programados hacían que el turista estuviera en una perpetua carrera : correr al aeropuerto, de hotel en hotel, de museo en museo.

Hoy optamos por el viaje responsable, que significa darle un sentido al viaje y, de ser posible, contribuir al bienestar ecológico y cultural del país que visitamos. Viajar para descubrir nuevos espacios y nuevas culturas. Aprender a conocer al otro, y a conocerse a sí mismo una vez que salimos de nuestra zona de confort.

Las ciudades y los pueblos de América Latina y el caribe, que mezclan historia, tradición, vestigios coloniales e identidad propia, pueden contribuir al bienestar integral del turista del siglo XXI al ofrecerle la posibilidad de pasar unas vacaciones sostenibles. ¡ Aprovechemos esa oportunidad !

Numerosas han sido las campañas que han llamado a fomentar un nuevo tipo de turismo donde el respeto a la naturaleza y a la cultura local prevalezcan frente al devastador turismo de masas.

Como consecuencia del turismo masivo de sol y playa que se desarrolló en los años 60 del siglo pasado, se fue produciendo una paulatina destrucción de los litorales y ecosistemas costeros, por la construcción abusiva de ciudades verticales con hoteles-rascacielos en lugares donde antes se asentaban pueblos de pescadores y agricultores, como en la llamada Costa Blanca española.

Turismo sostenible como alternativa al turismo masivo. Turismo solidario y ecoturismo.

Con la democratización del turismo y en este mundo globalizado, ha surgido un turista global que tiene la posibilidad de viajar “a la carta” y decidir qué tipo de turismo quiere hacer. Optar por el turismo farniente ya no es tendencia. Los millennials buscan algo más auténtico, un turismo que proporcione otras emociones además del disfrute del lugar, de sus playas, su gastronomía.

Una de las mejores maneras de realizar un turismo responsable y equitable son las llamadas “vacaciones solidarias” para contribuir al desarrollo económico de las comunidades indígenas locales en países suramericanos.

Así pues, algunas agencias de viajes especializadas y asociaciones proponen fórmulas de vacaciones para turistas que quieran participar en acciones de cooperación y desarrollo.

También existen ONG medioambientales que necesitan ecovoluntarios en las reservas naturales para la protección de especies de aves endémicas, reforestación, limpieza de ríos y playas. Se trata de proyectos de gran calidad humana donde el turista se siente a la vez feliz y útil en sus viajes.

Una buena opción de ecoturismo también lo propone hace años el Centro de Investigaciones Tambopata, en plena selva amazónica peruana, a orillas del lago Treschimbadas.

Lo precolombino sigue atrayendo a las hordas d viajes turísticos.

Dicho centro acoge tanto a turistas como a científicos, ofreciendo una oportunidad excepcional para descubrir la biodiversidad de la Amazonia. El objetivo de este centro es fomentar el Turismo verde que respeta el medio ambiente y así preservar este valioso ecosistema para las generaciones futuras.

El continente latinoamericano posee lugares emblemáticos que han hecho soñar a viajeros y aventureros del mundo entero. Y es que la grandiosidad de la naturaleza americana acerca a los hombres a un sentimiento mítico y sagrado.

Ahí tenemos la mítica ciudad de Teotihuacán, con sus pirámides precolombinas que tanto fascinaron a Humboldt en el siglo XIX ; la selva amazónica con su vegetación exuberante, cuna del mito de “El Dorado”; el legendario lago Titicaca en la cordillera de los Andes, lugar donde nació la cultura aymara; las ruinas de la ciudadela incáica de Machu Picchu, una de las mayores maravillas arqueológicas del mundo y patrimonio mundial de la UNESCO.

Ahora bien, el dilema es ¿cómo preservar el equilibrio entre patrimonio de nuestro planeta y el turismo masivo?. Tomemos el caso de Machu Picchu – convertido desde hace algunos años en una destinación turística de moda- y con una afluencia de miles de turistas al día. Las consecuencias saltan a la vista: desechos humanos por doquier y el sempiterno plástico por todas partes.

Es cierto que existen iniciativas empresariales en le área rural andina a nivel ecológico, cultural y social para cuidar el entorno y mejorar la calidad de vida de las comunidades indígenas locales, como las de incluir proyectos de turismo sostenible en los alredeores del lago Titicaca. Una buena idea.

Sobreexplotación turística

Otros proyectos dignos de celebrar son la reforestación de la selva amazónica -el pulmón del planeta- para preservar la biodiversidad; las iniciativas ciudadanas de voluntariado en la limpieza de playas de la Reserva de la Biosfera de Sian-Ka’an, situada en la costa oriental de la península de Yucatán -declarada patrimonio natural por la Unesco- por la gran diversidad de flora y fauna que presenta esta área protegida del caribe mexicano donde vive una importante comunidad maya.

Aquí, en la costa caribeña mexicana, el problema es la sobreexplotación turística y los consecuentes ataques humanos (basura que tiran los turistas al mar) pero también meteorológicos, por los huracanes que azotan con frecuencia esta región y que afectan los ecosistemas costeros y marinos.

En fin, en nuestras manos está cambiar el rumbo del turismo y pasar del mass-turismo a un turismo más humano y responsable.

La implicación individual o colectiva en estos viajes contribuirá sin dudas a mejorar la calidad de vida de las poblaciones en estos remotos lugares así como a dinamizar las economías locales; y ¿por qué no, pasar unas vacaciones diferentes y sostenibles?. ¿ Realidad o espejismo ?

Wellness Destiny