Bienestar

Second hand, upcycling, vintage y la moda lenta gana terreno

La moda es una de las industrias más contaminantes del planeta, un hecho reconocido.

Por ello no es raro ver activistas climáticos emprender acciones para denunciar el impacto de la moda en el calentamiento global tal como sucedió en la última fashion week de París.

Ganan terreno pequeñas empresas de moda lenta

Aunque grandes firmas de la industria textil ya se han comprometido a reducir su impacto en el medio ambiente, una avalancha de mipymes de moda lenta viene ganando terreno.

Y es que la fast fashion con su renovación ultrarápida de colecciones y acelerado ritmo de producción es una moda desechable con consecuencias sociales y ambientales desastrosas.

Afortunadamente, jóvenes creadores de moda han adoptado la moda lenta para frenar la locura consumista de las últimas décadas.

Sus colecciones priorizan textiles sustentables  y el comercio justo como alternativa al prêt-à-porter masivo.

Además valorizan los circuitos cortos de producción y nos invitan a repensar nuestro armario, usar una moda más ética y durable.

Estas marcas fabrican bajo demanda, con fibras naturales pero también practican upcycling.

La nueva (vieja) idea del upcycling

El upcycling es el arte de convertir lo viejo en nuevo, ofrecer una segunda vida a la ropa. Es una manera responsable y solidaria que además de hacer bien al planeta permite ahorrar.

En mi infancia, quienes practicaban upcyling eran nuestras abuelas y modistas de barrio.

Fueron pioneras del reciclaje y de la moda lenta, unas veces por necesidad otras por placer.

Aquellas artesanas de la imaginación hacían maravillas con sus manos y máquinas Singer.  

Viejos manteles de encaje, cortinas finiseculares y añejados cubrecamas de chenille se transformaron en glamorosos baby dolls, hot pants, bikinis o pantalones de campana.

Crearon piezas únicas que hubiesen hecho palidecer al mismísimo Jean-Paul Gaultier.

Con la pandemia y el confinamiento han florecido pequeñas marcas de artesanos y jóvenes creadores con una filosofía de vida alejada de la moda rápida.

Los expertos han lanzado sus colecciones online con piezas atemporales, más duraderas y más respetuosas del medio ambiente.

Y han triunfado porque respetan las normas éticas.

Estas normas son el  trabajo remunerado a precio justo, crear productos de calidad con materias naturales o de segunda mano, reciclaje, upcycling.

El  objetivo es  promover la economía circular y dar una segunda vida a la ropa usada o vintage.

Mipymes de moda, una alternativa sostenible a la fast fashion

Las costureras de barrio son la antítesis de la moda rápida. Solo hacen moda por encargo.

En sus casas-talleres priorizan las prendas de fondo de armario que no pasan de moda y se llevan con todo. Ellas lo hacen todo : diseño, corte, confección, teñido…Y siguen triunfando. 

¿El secreto del éxito ? crear nuevas colecciones atemporales a partir de fibras naturales o recuperar ropa vintage que duerme en nuestros armarios para darles nueva y larga vida.

Las jóvenes generaciones van adoptando estas nuevas formas de consumir y muestran  interés en conservar sus prendas reintegrando saberes que fueron cayendo en el olvido como pegar un botón, hacer un dobladillo, entallar una camisa, personalizar una pieza…

Quizás sea el deseo de rescatar lo que nuestras abuelas-ambientalistas avant-l’heure-hacían con sus propias manos (aunque para lanzarse mucha imaginación y destreza son necesarias)

Así, cada año vemos resurgir talleres y salones de moda que revalorizan el trabajo manual.

Otras iniciativas como las microempresas de reciclaje de ropa y talleres de costura locales facilitan la creación de empleo y la reinserción.

Además de promover el emprendimiento femenino y abrir nuevos horizontes a las creaciones textiles con proyectos de moda lenta.

Reciclar, reparar, recrear… Nada se pierde, todo se transforma – decía el sabio Lavoisier.

Wellness Destiny Fotos Pixabay

Susana Menéndez

Graduada en Ciencias Biológicas (UH) y en Filología Hispánica (Université Clermont Auvergne (UCA)- Francia. Sus experiencias en diferentes ámbitos (científico, docente) animan su quehacer cotidiano a partir de la práctica del consumo responsable.